Moncho's Memories

Saturday, May 19, 2007

Pedro Godoy Larenas

El Tío Pedro era un hombrón de gran altura que se auto apodaba el roble. Era rubio y de aspecto saludable y duro. Siempre protector y macho. Se contaba que en más de una vez se batió a combos con varios, llegando en una ocasión a derrotar a doce hombres a zumba de puñetes. Se caso con la señora Zulema, una mujer bonachona que en su ternura parecía acariciar a las personas con sus atenciones, de carácter dócil y silencioso.
Fue una tía amorosa conmigo. Tuvieron a una única hija, mi prima: Silvia Godoy Con ellos compartí mi infancia en esas placenteras visitas que hacíamos a su casa en el antiguo Barrio de San Vicente. Una gran casa de madera con dos puertas grandes en la entrada, cortando la esquina, formando un ángulo. Al entrar, un amplio Living-Comedor con muebles normando que brillaban a la tenue iluminación de las ventanas encortinadas con telas floreadas. Ahí recuerdo jugar con Orlando, nieto de la casa y que tenía mi edad. Guardo hermosos recuerdos y de esos días y era uno de los pocos lugares en que me daban mucha amor. Me hacían sentir bien y aceptado. Recuerdo la extraña sensación de tratar de interactuar con Mónica, la otra nieta, quien padece de un retardo y que la sigue hasta hoy en día.Fueron muchas tardes de dicha, pero jamás dormí en esa casa. No recuerdo haber pasado alguna noche o haber asistido a una fiesta en esa casa, como solía ser en casa de mi tía María, en que “Las Marías” duraban tres días y se reunía toda la familia.
El recuerdo más significativo del tío Pedro es que siempre estaba ayudando a mi mamá. Era como su papá, pensaba yo.
Aparte que era bastante mayor que ella., como se puede apreciar en las fotografías. Recuerdo que le pasaba un billetito al despedirse, disimuladamente. Yo creía que era para que yo no viera, porque a mi no me daba. Fue él quién le compró a mamá todas las ollas y platos cuando nos entregaron la “casa nueva” en el año 1964. Esta misma casa en la que hoy escribo estas líneas. Lo curioso es que él jamás vino a visitarnos, ni siquiera vino a
conocer la casa. Como lo hizo mi tía María, que vino solo esa vez. El tío José vino un par de veces más, pero la única que siempre nos visitó y sagradamente venía a lo menos una vez por semana era mi tía Mercedes, la profesora básica que me recordaba a Gabriela Mistral. La única hija, Silvia Godoy ,,,, se casó con Edgardo Yañez, un joven apuesto que trabajaba como soldador en los montajes industriales. Eso lo llevó a viajar mucho y lo separó de su familia definitivamente hasta llegar a morir en algún lugar de Europa, después de haber recorrido el mundo con su trabajo de alta calificación. Tuvieron dos hijos, Orlando y Mónica. Lamentablemente Mónica tuvo una enfermedad que la dejó limitada y hasta hoy la ha marcado. Pero sabe todo y entiende todo. Es autónoma y limpia. Vive con su madre y su hermano quienes le dan amor y cuidados.


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